TIEMPO DE ADVIENTO
La Iglesia, para comenzar el año litúrgico, celebra la llegada de Cristo con los hombres con una gran fiesta a la cual llamamos Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia, antes de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como Adviento. Ya desde tiempos remotos la Iglesia acostumbra tener esta preparación.
◙ ¿Qué es el Adviento?
Es el período de cuatro semanas en que la Iglesia se prepara, en una actitud de esperanza y alegría, para celebrar el nacimiento de Jesucristo.
La palabra Adviento, viene de la palabra latina “adventus” que significa “venida”, “llegada” y claramente indica el espíritu de vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad, los cristianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros.
Durante el Adviento los cristianos renuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la generosidad y la caridad con los que nos rodean, es decir, renovamos nuestra vida procurando ser mejores para recibir a Jesús.
La Iglesia, durante las cuatro semanas anteriores a Navidad, y especialmente los Domingos, dedica la liturgia de la Misa a la contemplación de la primera “llegada” de Cristo a la tierra, de su próxima “llegada” triunfal y la disposición que debemos tener para recibirlo. El color morado de los ornamentos usados en sus celebraciones, nos recuerda la actitud de penitencia y sacrificio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos a tan importante evento.
La familia, como Iglesia doméstica, procura reunirse para hacer más profunda esta preparación. En todas estas reuniones el sentido de penitencia y sacrificio se enriquece por la esperanza y el espíritu de fraternidad y generosidad que surge de la alegría de que Dios pronto estará con nosotros.
◙ Espíritu del Adviento
El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.
Comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre (día de San Andrés) que es el inicio del año litúrgico; terminando con las vísperas de Navidad. Durante este tiempo se cuenta con cuatro domingos de Adviento. Y, se puede hablar de dos partes de Adviento:
- Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
- Del 17 de Diciembre al 24 la misma liturgia intensifica la preparación de los fieles para vivir los días de Navidad, con una «Novena al Niño Dios».
Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.
◙ Triple finalidad:
Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la «presencia de Jesucristo» en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.
Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la «majestad de su gloria». Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.
En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por ésta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:
Revisión: Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.
Proyección: En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.
◙ Algo que no debes olvidar
El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad. El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo. Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo. Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.
◙ Cuida tu fe
Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano. De esta forma viviremos la navidad del Señor ocupados del Señor de la navidad.
Muchos de los que conviven junto a nosotros ni se darán cuenta de lo que suponen las próximas navidades porque no se preocuparon de poner a punto el terreno del corazón como lo hace un labrador con su tierra para la buena siembra. Nos toca, por tanto, tomar conciencia de que el festejado no es el papá Noel, ni el centro de atención el corte inglés, ni la excusa para la reunión el cava o el dulce turrón: es, el nacimiento de Cristo, el centro y la auténtica razón de la Navidad.
◙ ¿Qué podemos hacer?
► Vive con esperanza. Sueña con ese haz misterioso que, con el rostro de un Niño, unirá el cielo con la tierra. El adviento es un tiempo de espera gozosa. Renueva tu deseo de recibir a Cristo. No dejes que te roben el espíritu de la Navidad. Con la escucha de su Palabra, y su posterior reflexión, te harás fuerte ante esos embistes. Podríamos colocar en casa un cartel que diga algo así: «Jesús, Hijo de Dios y hermano nuestro, nosotros esperamos tu Nacimiento». También podemos preparar en casa, junto a los hijos, la «Corona de Adviento» e ir encendiendo cada domingo una vela.
► Sal al encuentro, y no vivas de espaldas, de aquellas situaciones que tienes sin resolver. Rebaja las dosis de tu egoísmo personal. La Iglesia en su oración nos dice que nos preparemos por medio de las buenas obras.
► Agárrate un poco más a la oración. Ella te dará la sensibilidad necesaria para prepararte a la llegada de Aquel que viene con un objetivo: nacer en ti.
► Trabaja por hacer un “belén” allá donde te encuentras. Dios nace en cada hombre que ilumina su entorno con la luz de la justicia, la bondad y el perdón.
► Participa en la eucaristía dominical y, si puedes, hazte también presente en ella diariamente. Culminarás el adviento con la sensación de que los profetas y María, te han guiado como nunca, al encuentro de Cristo que viene.
► Descubre que, en lo pequeño, es por donde Dios entra más fácilmente y donde mejor se le puede ver. Un detalle vale mucho y, a veces, cuesta poco.
► Limpia, no solamente las figuras del belén, sino además el gran pesebre de tu corazón. Dios, para nacer, dormir con paz y con calma, prefiere tu vida interior reluciente, serena, convertida y nítida. Acércate al sacramento de la Reconciliación y recibe el Perdón de Dios.
Todo lo que no se prepara corre el riesgo de desvirtuarse, pasar inadvertido o que pierda su sentido más original. No dejes pasar la oportunidad.
Si Dios viene en Jesús, ten en cuenta que le gustaría ser recibido. Por lo menos, por los suyos.
¡Feliz Adviento 2020! ¡Feliz preparación de la venida del Señor!
ORACIONES PARA ENCENDER LA CORONA
Primer domingo
Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana del Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús, Ven, Señor Jesús!
Segundo domingo
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor, Ven, Salvador!
Tercer domingo
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adornar vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
Cuarto domingo
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!
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