Oh quien pudiera, Jesús adorado de mi alma, estar aquí, al pie de vuestro sagrario a todo instante, consumiéndome en llamas de amor como los serafines! Mas, ya que no me es posible, yo os enviaré mis suspiros de amor y mis jaculatorias llameantes, desde los lugares donde me coloquen: la santa obediencia o mis deberes de estado “Oh Jesús, de todo corazón yo me uno a Vos”. Amén.