“He hallado al que ama mi alma”, aquí en la dulce soledad del tabernáculo! O mi amor Jesús, hecho Hostia, para divinizar mi alma! En unión de María Inmaculada y en mi nombre y en el de todas las criaturas, os amo y os adoro, por vuestro espíritu de amor. Otorgadme la gracia de orar siempre, para que mi unión principiada con Vos en la tierra, se prolongue por toda la eternidad, en la dichosa felicidad del cielo. Amén.
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