Oh bondadoso Señor de los señores, que por un admirable efecto de tu caridad, nos preparas en esta sagrada mesa los manjares mas delicados y suaves que contienen los tesoros de la gloria, y sin que se menosprecie tu soberanía admites a tan regalado convite, a grandes y pequeños, ricos y pobres, sanos y enfermos, excluyendo solo a los que bien hallados con la culpa, no quieren llegar adornados con el vestido nupcial de la gracia; te suplicamos, Señor, adornéis nuestra alma con las vestiduras preciosas de todas las virtudes, para hacernos digno de asistir a esa celestial mesa. Amén.